Qué pueden decirnos los distintos tipos de hojas sobre nuestros bosques
Conocer la cantidad de carbono que almacenan los árboles frondosos de hoja perenne comparado con su escaso número pone de manifiesto que merece la pena protegerlos
Hasta un tercio de las zonas boscosas de la Tierra pueden experimentar estrés asociado a cambios climáticos a finales de siglo
La Tierra alberga la asombrosa cifra de tres billones de árboles, es decir, unos 422 árboles por ser humano. La investigación que dio lugar a este mapa reveló mucho sobre dónde había mayor densidad arbórea o cuántos árboles se han perdido desde el inicio de la civilización humana moderna. Pero no permitía saber realmente de qué tipo de árboles se componen esos tres billones. Ahora, un equipo de investigadores entre los que se encuentra Sergio de Miguel, responsable del grupo de investigación global sobre ecosistemas forestales del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC), de la Unidad Mixta de Investigación CTFC-AGROTECNIO-CERCA, y profesor de la Universidad de Lérida, liderado por el laboratorio Crowther de la ETH de Zúrich, se propuso conocer la abundancia de los distintos tipos de árboles, enfocándose en los datos de las hojas en lugar de en los datos de densidad arbórea.
Existe una conocida simulación del ciclo del carbono realizada por la NASA que visualiza cómo varían las concentraciones de CO2 en la atmósfera a lo largo del año. En los meses de invierno, las altas concentraciones de CO2 colorean el mapa de rojo, pero a medida que avanza el verano, se van desvaneciendo por una sencilla razón: la aparición de hojas en los árboles. A través de procesos como la fotosíntesis, la transpiración, la respiración y la caída de hojarasca, las hojas son agentes clave no sólo en el ciclo del carbono, sino también en el del agua y los de nutrientes de los ecosistemas forestales de todo el mundo.
Las hojas presentan una gran variedad de características (como la textura, el color o si los árboles se desprenden de ellas y cuándo) que reflejan adaptaciones evolutivas a las necesidades de las plantas y su entorno. La nueva investigación se centró en dos rasgos de las hojas: el comportamiento y la forma. El comportamiento de las hojas se refiere a si son caducas (la planta se desprende de ellas durante las estaciones desfavorables) o perennes. La forma de la hoja se refiere a la distinción entre plantas con hojas aciculares o anchas. En combinación, estos dos rasgos dan como resultado cuatro tipos de hoja con los que se pueden clasificar los árboles del mundo: caducifolios de hoja acicular y perennifolios de hoja acicular, y frondosas de hoja caduca y frondosas de hoja perenne.
El análisis, el primero en contar y cartografiar globalmente los tipos de hoja, muestra que los árboles de hoja acicular perennifolios constituyen el mayor número de árboles del mundo, con un 38%. Las mayores densidades de este tipo de árboles se encuentran en las regiones boreales y subárticas. En segundo y tercer lugar se sitúan las frondosas perennifolias, con un 29%, y las frondosas caducifolias, con un 27%. Por último, los árboles con acículas de hoja caduca constituyen, con un 5%, el menor número de árboles de la Tierra.
Sin embargo, la distribución de la abundancia de los diferentes tipos de hoja resulta más interesante si se compara con la cantidad de biomasa forestal aérea almacenada en cada uno de ellos. Las investigaciones muestran que los árboles frondosos de hoja perenne son los que más biomasa aportan, con un 54% (335,7 Gt C) de la biomasa forestal aérea mundial. Aunque hay muchos más árboles de hoja acicular perenne que de hoja ancha, en comparación, los árboles de hoja acicular perenne sólo almacenan el 21% (136,4 Gt C) de la biomasa forestal aérea mundial.
Estos resultados, publicados en la revista Nature Plants, llegan en un momento en el que los bosques mundiales están recibiendo mucha atención. En los últimos años, se han depositado muchas esperanzas en los bosques como aliados en los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono. Conocer cuánto carbono son capaces de almacenar las especies frondosas de hoja perenne teniendo en cuenta su escaso número, pone de manifiesto la necesidad de protegerlas frente las amenazas del cambio global, como la deforestación, los grandes incendios forestales y la pérdida de biodiversidad – especialmente en las regiones tropicales, donde se encuentran muchas de estas especies.
El cambio climático supondrá una presión adicional sobre los bosques de todo el mundo. Evaluando tres escenarios futuros de emisiones, el equipo de investigación descubrió que es probable que hasta un tercio de las zonas boscosas de la Tierra experimenten estrés asociado a cambios climáticos a finales de siglo, lo cual puede implicar que algunas regiones no puedan seguir albergando árboles con los mismos tipos de hoja que hoy.
Para contrarrestar los riesgos que conlleva el cambio climático, será necesario reducir drásticamente las emisiones de manera inmediata, ya que la conservación y restauración de los bosques no son suficientes para contrarrestar los impactos del cambio global. Este tipo de investigación permite que las hojas nos dejen ver el bosque, tanto mejorando los futuros modelos del ciclo global del carbono como orientando a conservacionistas y gestores forestales para que tomen decisiones de manera informada.
Más información:
Ma, H., Crowther, T.W., Mo, L., …, De-Miguel, S. et al. (2023). The global biogeography of tree leaf form and habit. Nature Plants. https://doi.org/10.1038/s41477-023-01543-5
Last modified: 25 Octubre 2023