Un estudio inédito publicado en Oikos con la participación del ICO y el CREAF ha analizado 20 años de evolución de las poblaciones de aves europeas y concluye que la sequía es la principal amenaza en el Mediterráneo, mientras que las lluvias torrenciales provocan un descenso a escala europea.
Según el equipo, las causas que pueden estar detrás son la disminución de alimento (como los insectos) y de agua durante los periodos de sequía. Además, las lluvias torrenciales pueden destruir nidos y herir a las aves, especialmente cuando hay granizadas.
Una de las opciones para mejorar la supervivencia durante la sequía sería restaurar balsas de agua, útiles también para otros animales.
El temporal Filomena cubrió España con precipitaciones extremas de nieve en cuestión de días y, además del impacto que supuso para la población, estudios científicos han constatado que aves como la perdiz roja (Alectoris rufa) y la alondra ricotí (Chersophilus duponti) sufrieron un fuerte descenso. Ahora, una investigación publicada recientemente en la revista científica Oikos y firmada por diversas entidades de Cataluña, entre ellas el CTFC, el CREAF y el ICO, ha analizado durante 20 años el impacto de episodios climáticos extremos en la población de aves europeas y demuestra, por primera vez, que la sequía y las lluvias torrenciales son las variables climáticas que causan el mayor descenso en la población de aves en la cuenca mediterránea. Además, también han constatado que el impacto negativo de las lluvias abundantes no se limita a este territorio, sino que provoca un descenso de aves en toda Europa.
Entre los motivos que pueden explicar este impacto, los autores señalan que la sequía aumenta la mortalidad de insectos, como las orugas de las mariposas, y hace que las plantas crezcan menos y produzcan menos frutos y semillas. Esto tiene un efecto en cascada, ya que las aves disponen de menos alimento para alimentar a sus polluelos, que necesitan mucha proteína, y disminuye la tasa de supervivencia. En el caso de las lluvias intensas —cada vez más frecuentes en el Mediterráneo—, estas rompen nidos, pueden provocar la pérdida de huevos o la muerte de polluelos por enfriamiento y, en situaciones extremas como las granizadas, herir también a los adultos.
«Con este estudio hemos demostrado una relación clara entre la escasez de agua en el sur de Europa y el descenso del número de individuos de aves. Además, también detectamos otra amenaza, en este caso común a todas las regiones de Europa: las precipitaciones extremas», explica Sergi Herrando, investigador del CREAF, coautor del estudio y presidente del European Bird Census Council. En el caso del Mediterráneo, el hecho de que haya menos aves puede reducir funciones clave que desempeñan, «como la dispersión de semillas o el control de plagas de insectos», añade Herrando.
Otro de los hallazgos ha sido que el aumento de la temperatura favorece a las aves residentes del norte de Europa, probablemente porque existe un periodo más largo favorable para la reproducción. En cambio, perjudica a los migradores de larga distancia que llegan al norte en primavera, ya que el ciclo vital de plantas e insectos se desincroniza y, cuando llegan, hay menos alimento. «Un caso que se ha demostrado en otras investigaciones es el del papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), que cuando llega desde África se encuentra con que el ciclo de las orugas se ha adelantado y ya no hay tantas», destaca Herrando.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo ha analizado 20 años de evolución (2002–2022) de las poblaciones de aves en tres grandes regiones climáticas de Europa —mediterránea, continental y boreal—, utilizando Cataluña, la República Checa y Suecia como territorios representativos. «En Cataluña, los datos del Seguimiento de Aves Comunes (SOCC) del ICO han sido clave para alcanzar estas conclusiones», añade. En total, se ha estudiado la dinámica poblacional de 141 especies de aves procedentes de diversos hábitats —forestales, de prados, agrícolas y urbanos—, incluyendo tanto especies residentes como migradoras de corta y larga distancia. Estos datos se han cruzado con información anual de tres variables climáticas: la temperatura, la disponibilidad de agua y los episodios de lluvia intensa.
Balsas de agua
Según el equipo, una medida sencilla para ayudar a las aves de la región mediterránea durante los episodios de sequía es restaurar la red de pequeñas balsas y puntos de agua en general, o construir nuevos. Estas balsas pueden tener un efecto beneficioso directo, al permitir que las aves beban, e indirecto, al atraer insectos. No obstante, advierten de que su instalación debe evitar zonas de depredación, especialmente por gatos domésticos. «Las balsas, además, pueden ser muy beneficiosas para otras especies animales, como los anfibios», añade Sergi Herrando.
El trabajo ha sido liderado por la Universidad Carolina de Praga y la Academia Checa de Ciencias, y lo firma también un consorcio internacional de científicos vinculados a universidades y centros de investigación de España, Chequia y Suecia, entre los que se encuentran el CSIC, el CTFC, el CREAF y el Institut Català d’Ornitologia, así como la Universidad Palacký de Olomouc y la Universidad de Lund.
Desde el CTFC ha participado Lluís Brotons, investigador del CSIC y del CREAF. Los autores concluyen destacando que el estudio «es una de las evaluaciones más completas realizadas hasta ahora sobre cómo el clima condiciona la dinámica de las poblaciones de aves en Europa y nos permitirá afinar mejor las estrategias de conservación».
Referencia científica:
Hanzelka, J., Telenský, T., Brotons, L., Herrando, S., Lindström, Å. & Reif, J. (2025). Latitude-specific responses of European birds’ population growth rates to temperature and water availability. Oikos, 2025: e11460. https://doi.org/10.1002/oik.11460
Last modified: 19 Diciembre 2025








