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Cataluña presenta el ForesFuture, un marco para decidir cómo gestionamos nuestros bosques

31 Octubre 2025

ForesFuture ha simulado cómo evolucionan los bosques y sus servicios ambientales según dos situaciones climáticas y cinco escenarios de gestión forestal.

El proyecto ha calculado cómo evolucionaba la capacidad del bosque para frenar la erosión, para generar agua azul, para absorber CO2, para generar madera de calidad o leña, entre otros.

Según los resultados, no existe un modelo de gestión forestal definitivo que nos asegure que los bosques nos aporten todos los servicios ambientales que necesitamos, es necesario planificar la gestión forestal a escala territorial para balancear qué queremos que nos ofrezca cada bosque y adaptarla al contexto local.

¿Cuál es el modelo de gestión forestal más adecuado para que los bosques absorban más CO2? ¿Y cuál sería si queremos dinamizar la bioeconomía y extraer madera por construcción? Sólo si decidimos bien hoy cómo gestionamos nuestros bosques, podremos asegurarnos que mañana nos siguen ofreciendo todos los servicios ambientales que necesitamos. Ésta es la premisa del proyecto FORESFUTURE Escenarios de Gestión que impulsa el Departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, a través de la Oficina Catalana del Cambio Climático. Un proyecto que ha dado lugar a un informe científico, llevado a cabo por el CREAF y el CTFC, que concluye que no existe una manera única de gestionar los bosques que nos asegure todos los servicios ambientales que necesitamos. Según los resultados, cada modelo de gestión forestal que implementamos, según evolucione el clima del futuro, mejorará unos servicios ambientales, pero empeorará otros. Así, la gestión forestal deberá planificarse según cada contexto local, donde habrá que tener en cuenta qué nos puede ofrecer cada bosque y qué necesitamos en cada territorio. El informe concluye que, sea cual sea el escenario de gestión forestal que aplicamos, la capacidad de sumidero de carbono sufrirá un descenso progresivo a lo largo del siglo, probablemente debido al aumento de la competencia y a las condiciones climáticas más cálidas y secas que limitarán el crecimiento de los bosques y, por tanto, la producción de leña y madera de calidad.

Durante la presentación, la directora general de Cambio Climático y Calidad Ambiental, Sonsoles Letang, ha querido poner de relieve que “la gestión de los bosques no es una opción, sino una necesidad”, añadiendo que “si queremos reforzar su capacidad de absorber carbono, conservar la biodiversidad y asegurar los servicios que nos ofrecen, hay que apostar por una colaboración entre todos los actores del territorio y la propiedad forestal”. Letang ha puntualizado que “los bosques son claramente aliados clave ante la emergencia climática, y su gestión, de forma sostenible, es esencial para el futuro del país.”

El informe previo a éste, el FORESTIME, ya apuntaba que los bosques de Cataluña de hoy en día son como son por la gestión forestal que se ha llevado a cabo y no tanto por el clima que hemos tenido en las últimas décadas. Así, la segunda parte del proyecto ha querido comprobar qué va a pasar a partir de ahora con los bosques y qué servicios ambientales nos proporcionarán según el modelo de gestión forestal que se implemente. “El objetivo no es ver sólo cómo cambia la dinámica del bosque, sino cuantificar qué servicios ambientales aumentan y cuáles disminuyen respecto a las condiciones actuales según cómo los gestionamos”, comenta Mireia Banqué, investigadora del CREAF.

Para ello, el equipo ha definido cinco escenarios de gestión forestal con un comité de expertos que ha creado una narrativa detrás de cada uno. Concretamente el comité, formado por representantes de los propietarios forestales, de la administración y de la investigación, ha utilizado como base la gestión que se está haciendo hoy en día, y lo ha comparado con un escenario donde el objetivo primordial sea la extracción de madera, otro donde se cambia parte del bosque a pastos o cultivos, otro que excluye el aprovechamiento de aprovechamiento la adaptación de los bosques al cambio climático. Cada escenario de gestión se ha testeado con una situación de cambio climático moderado y una de cambio climático severo según las proyecciones del Servei Meteorològic de Catalunya.  Con todas estas variables sobre la mesa se ha analizado cómo evolucionarán los bosques con dos modelos matemáticos diferentes, el FORMAS y el FORDYN desde 2021 al 2100. Así se ha medido la evolución del bosque en bloques de 10 años y su capacidad para proveer diferentes servicios ambientales claves: madera como material de construcción, de absorción de CO2, mitigación de la erosión del suelo y valor recreativo.

Reducir la zona apta para aprovechamientos forestales

Uno de los resultados que expone el ForesFuture es que gestionar los bosques como lo estamos haciendo hasta ahora, o excluir los aprovechamientos de más bosques protegidos, no comporta demasiadas variaciones. Esto se debe a que hoy en día sólo se está aprovechando un 30% del crecimiento anual del bosque. Así, en estos dos escenarios (gestionar restringiendo más y gestionar como hasta ahora) se ve que aumenta el valor recreativo de los bosques, también se evita mucha erosión de suelo, porque se conserva el bosque, pero por otra parte, se reducen lógicamente los aprovechamientos de madera y leña.

Sustituir el bosque por cultivos o pastos

Éste es el único escenario que consigue mejorar los valores de agua azul (el agua que no consume el bosque y que llega a los ríos), especialmente a medio plazo y en condiciones climáticas moderadas, pero también a finales de siglo, donde se alcanzan valores ligeramente superiores o iguales a los iniciales. Por su parte, la recuperación de pastos y cultivos hace que la erosión incremente ligeramente. Por lo que respecta al valor recreativo, también se aprecia una disminución respecto a los valores iniciales.

Gestionar pensando en la extracción de madera y leña

Este escenario comporta perder mucha capacidad de sumidero de carbono, aunque cuando se extrae madera por construcción se puede considerar una contribución al sumidero de carbono en tanto que es un material con vida útil elevada y el carbono no retorna a la atmósfera. En este sentido, y como es lógico, aumenta la provisión de madera estructural y de leña. A finales de siglo, las leñas tienen valores similares a los iniciales, porque cuando el árbol crece se dedica más a obtener madera por construcción. Por lo que respecta al agua azul, sólo se muestra un ligero incremento, ya que los árboles que quedan, junto con el sotobosque que crece rápidamente, enseguida vuelven a consumir agua de forma similar a antes del corte. Por lo que respecta al valor recreativo, va mejorando progresivamente y al final de la simulación alcanza valores claramente más elevados que los iniciales en todos los casos.

En este sentido, el escenario de acompañamiento al cambio global ha sido una prueba para simular un escenario no asumible ni económica ni logísticamente, ya que comporta gestionar los bosques de una manera muy intensa, en pendientes muy marcadas o en terrenos muy rocosos o muy áridos, pero ha permitido entender que un escenario así, en la situación de cambio y climático actual, nos ayuda a todos los servicios ambientales al mismo tiempo. “Más allá de estos resultados, gracias al ForesFuture, hemos puesto a punto una metodología que abre las puertas a testear nuevos escenarios y evaluar sus implicaciones en territorios concretos de Cataluña.”, concluye Núria Aquilué, jefe del grupo de investigación en Modelización del Paisaje del CTFC.

Last modified: 31 Octubre 2025