El episodio de inundaciones de la semana pasada en Catalunya ha dejado muchos temas al descubierto, algunos recurrentes, pero no por ello menos importantes. Nuevamente, el eje principal sigue siendo hacer hincapié en reducir la exposición y vulnerabilidad desde la planificación del riesgo.
Con todo, encontramos un tema particularmente interesante. Las imágenes del río Francolí nos recuerdan las explicaciones de la Agencia Catalana del Agua sobre los aguaceros de Montserrat el año 2000, en el marco del proyecto multiriesgos NET RISK WORK que coordinamos, y que pueden ayudar a entender el carácter destructivo de este episodio. En aquel caso, con un periodo de retorno de 500 años, la mayoría de los daños fueron provocados por la gran cantidad de material sedimentario acumulado, que el extraordinario aguacero fue capaz de movilizar.
La extraordinaria intensidad y volumen de lluvia en el caso de esta última semana ha permitido, también, movilizar una gran cantidad de troncos, ramas y cañas “disponibles”, que otras riadas menos intensas no habían sido capaces de mover. Muchos daños se han producido sobre todo por taponarse los puentes y hacer de reanudación, afectando edificios fuera de la cartografía inundable por T500. Un tema nada baladí, que conlleva ampliar la gestión del riesgo para incorporar situaciones de colapso del flujo (en términos de avisos, evacuación preventiva, reubicación de preexistencias, etc. El Celler, por ejemplo, había “aguantado” la riada de 1994 cuando llovió aún más, pero durante más tiempo).
Esto invita a preguntarse hasta donde 25 años de emboscamiento, abandono de bancales, incremento de biomasa muerta por estancamiento, sequía acumulada reciente, etc. ha generado biomasa disponible “extra” a ser arrastrada, resultando un factor de peligro “nuevo” de taponamiento de los puentes favorecido por el cambio de usos. Y, en consecuencia, comportado nuevas exposiciones y vulnerabilidades a ser gestionadas. Más aun cuando las previsiones del cambio climático pronostican una mayor frecuencia de episodios de lluvia intensa que favorecen las “flash-floods” (inundaciones muy rápidas por lluvias muy intensas y localizadas, que suponen un verdadero quebradero de cabeza a nivel de avisos y evacuaciones preventivas para su distribución errática) y condiciones de estrés de la vegetación.
En definitiva, cabe explorar si el abandono de la gestión del paisaje tiene un efecto determinante sobre el potencial de biomasa movilizada en las inundaciones, y si se trata de otro ejemplo de nuevas situaciones de riesgo resultado de la combinación de los cambios de usos y del cambio climático. Esto permitiría dar visibilidad a la multifuncionalidad de la gestión activa del territorio, y favorecer su integración como medida de mitigación del riesgo a nivel de cuenca.
Enlace al 324.cat con imágenes de los efectos de las inundaciones
Eduard Plana Bach y Marta Serra
Grupo de Política Forestal y Gobernanza del Riesgo del CTFC
Last modified: 28 Octubre 2019